Una vez comentados en la 1ª parte los problemas que ocasionan
los modelos de calzados excesivamente angostos en el antepié, vamos a seguir
valorando el resto de los problemas del calzado. En primer lugar el sistema de
sujeción del calzado debería ser en el empeine, ya que es la mejor forma de
mantener estable el pie dentro del calzado, pues la sujeción empeine talón da
mucha seguridad. La sujeción puede ser de cordones, hebillas o velcro. Este es
el mejor sistema para evitar que en una bajada de la calle el pie se proyecte
hacia el embudo que forma la punta del calzado, donde está de más comentar que
se suelen aprisionar los dedos sufriendo los descalabros ya mencionados. Ahora
vamos a entrar en los tacones altos y sus consecuencias. La altura estudiada
desde el punto de vista de la biomecánica para un tacón debe ser de únicamente
dos centímetros, pues es la altura que consigue el reparto equitativo del peso
del cuerpo entre antepié y tacón manteniendo en perfecta armonía la biomecánica
del tronco y miembros inferiores. En caso del uso de tacones altos, veremos qué
sucede. La musculatura anterior de la pierna queda en tensión y con tendencia a
recurvar la rodilla hacia detrás produciendo un desgaste prematuro de la meseta
tibial en su parte anterior. La musculatura posterior, todo lo contrario, queda
flácida y se van contrayendo las zonas de Aquiles e isquiotibiales y cuando se produce un
descenso de un tacón alto a una zapatilla de casa, en ocasiones, producen micro
roturas en las inserciones. La pelvis
bascula hacia detrás y se pierde en la marcha por cada cuatro pasos un paso aproximadamente;
la columna lumbar se pronuncia aún un poco más y por compensación la dorsal
adquiere también un poco mas de curvatura. Visto lo visto, parece que lo más
conveniente es adaptarse a calzados cada vez con más conformación anatómica, e
ir evitando el uso de calzados negativos, porque la salud es lo primero y esto
como norma general, pues en el caso del pie diabético debería ser de obligado
cumplimiento.